EL GRUPO EN EL SENDERO DE APROXIMACIÓN A BAÑOS AZULES
Cuando la azafata me pidió
cuatro dólares USA por dos botellines de JB, me vi regresando a España sin un
dólar en el bolsillo. A pequeños tragos y observando cómo se derretían los
cubitos de hielo fui recordando los días y momentos pasados, unos buenos y otros
no tanto, momentos que habrán ocupado para siempre una pequeña parte de mi baúl
de recuerdos.
Al final de la segunda
película, que ponen durante el vuelo, he “caído” y dado clarísimamente cuenta
de que efectivamente me han esquilmado hasta el último céntimo de mi cartera o
mejor he cambiado hasta el último céntimo por multitud de experiencias, si
vamos a tomarlo de esta manera me llevo a Jaca la vivencia del viaje.
EL TUPUNGATO DESDE EL AVIÓN
Ya en mi casa, acomodado en
el sofá y al calor del radiador es difícil encontrarse mal y sin embargo cuando
recuerdo la noche del temporal, en la que no pudimos pegar ojo con una
temperatura de -20º en el interior de la tienda, con un viento agobiadamente
violento en el exterior no puedo sujetarme las manos para evitar que se froten
entre ellas. ¿Valieron la pena esas angustiosa horas que pasamos allá arriba
tratando de no congelarnos?...Si
Todo en nuestro viaje no fue
bueno pero tampoco puedo decir que haya sido malo o negativo. Hubo fallos pero
no fallos colectivos. La organización, la convivencia, la coordinación, los
horarios, la alimentación etc… eran demasiados factores para que los
componentes de un grupo tan numeroso como el nuestro fueran al unísono y sin
errores, si hubiese sido así habríamos tocado el cielo o por decirlo de otra
manera hubiésemos conseguido la cima.
Pero empecemos la historia
por el principio o mejor mucho antes de nuestra partida. Durante todo el año
estuvimos haciendo reuniones, tal vez demasiadas, cenas, pases de diapositivas
etc... Todo esto a la hora de la verdad tampoco sirvió para mucho, porque una
vez sobre el terreno parece ser que cada uno llevaba su idea. Llegados a este
punto y sin haber concretado nada: ni cordadas, ni equipos, ni planes, ni jefe
para los mementos duros, que los hubo, salimos de Jaca la mañana del 2 de
Noviembre de 1998 con un montón de equipaje y dos petates llenos de dudas. Nos
despedimos de nuestras familias, de amigos y de algún periodista que se ha
acercado a hacer alguna fotografía para sus periódicos.
Ya en camino fuimos parados,
pasado Almudevar, por la Guardia Civil de Tráfico, nuestro conductor una
andaluz, regordete y espabilado, que trató de hacerse el gracioso durante todo
el trayecto, había cometido no sé cuántas infracciones juntas al salir de la
autovía a la nacional y en vez de tratar
el tema civilizadamente con los guardias los amenazo con malas
trazas. Multazo que te crió.
El viaje lo dedicamos a leer
y dormir hasta llegar a Barajas. El desembarco de nuestro equipaje fue
espectacular: diez carros llenos de enormes bolsas, mochilas, maletas, petates
y bidones perfectamente colocados llamaban la atención de quien pasaba junto a
nosotros. Teníamos nuestras dudas a la hora del embarque. Las dos azafatas que
controlaron los pesos se portaron bien y pasamos el trámite sin problemas.
Doce largas horas de avión
son un suplicio si vas en clase turista, los asientos estrechos y la distancia
con el asiento de adelante demasiado
corta hacen que al cabo de un par de horas no pares de moverte… lo que te
permite el espacio que ocupas. En cambio la comida ha mejorado bastante desde
la última vez que volé.
Durante el viaje repaso la
preparación y también me hago diferentes preguntas ¿Cómo encontraríamos Chile?
¿Influiría en nuestra expedición la situación política? ¿Nos afectaría a nosotros
por nuestra condición de españoles? ¿Estaría firmado el permiso para acceder a
la zona de la expedición? ¿Qué porque me hacia todas estas preguntas?...
Porque el juez Garzón acababa de
empapelar a Pinochet.
RECORTES DE LA PRENSA CHILENA
¿Cómo sería nuestra montaña?
Esto lo descubriríamos enseguida. Tras cruzar territorio argentino vemos por
las ventanillas del avión la cordillera de los Andes y pasamos justo al N del
volcán Tupungato y nuestra sensación fue que parecía el padre de todas las
montañas de la zona, las superaba en altura, en achura y… en todo. La ladera N
estaba cubierta de nieve, a sus alrededores amplios valles y zonas donde la
tierra presentaba diferentes colores y tonos: rojos, grises, ocres y marrones.
El paisaje que veíamos desde los ocho mil metros de altura era áspero, árido y
seco con cimas que sobrepasaban los cuatro mil y los cinco mil metros. Había
montañas para aburrir, hacia el norte y hacia el sur, no sabíamos dónde mirar.
El Pirineo al lado de esta cordillera es casi una miniatura. Trate de
imaginarme como sería el Himalaya… y tiene que ser la repera.
Una hora después de la
visión aterrizamos, suavemente por cierto, en el Aeropuerto de Santiago de
Chile, bajamos de nuestro avión, el “Santa Teresa de Jesús”. Pasamos el control
de pasaportes, nos sellan la entrada, pasamos por el control de
equipajes…apenas un par de preguntas del funcionario de turno y… por fin
dentro.
En el aeropuerto nos estaban
esperando Jorge, un compañero de oficio, su mujer y Vicente el encargado de
GEOECOVISIÓN. A la salida el bus de la agencia. Todo va bien de momento.
Entre el coche de Jorge y el
bus nos repartimos para llegar hasta el centro de Santiago, cerca de la plaza
de Italia, tras callejear unos minutos
llegamos a nuestro ¿hotel? La agencia GEOECOVISIÓN había echado el resto y había conseguido un alojamiento de lo más
cutre. El caos circulatorio es bestial aquí echan carreras hasta los autobuses
públicos me recuerda al de Marrakech de hace un par de años.
DESCARGA DE MATERIAL EN EL "HOTEL" BALEARES
Si en Barajas nuestro
equipaje llamó la atención del personal, el desembarco en el hotel fue la
repera pues no en vano con nuestros bultos habíamos ocupado los bajos de un
autobús de sesenta plazas con solo el equipaje de trece personas. Nos alojamos
de las siguiente forma: Esther, Mamen e Izaskun, Pilarin y Charli, el Doc. Roberto
y Cristina, Neme, Pala e Iñaki, Antonio, Rafa y yo. Dejados los bultos en las
habitaciones bajamos a la recepción para reunirnos con Vicente. Primer palo: el
permiso de tránsito por la zona fronteriza donde se encuentra el Tupungato no
está concedido. Vicente aún estaba en tratos con la administración para
conseguir la firma. Nos ofrece a cambiar el Tupungato por el San José a lo que
contestamos negativamente. Deberíamos haber presionado en este punto a la
agencia, ahora ya era tarde. Vamos a cenar a un restaurante próximo al hotel y
después de cenar me “suministro” un par de pisco sour, buenísimos. Al llegar a
mi habitación me fijo en el techo, hay incontables mosquitos aplastados contra
él. Me temo lo peor, mi esperanza de pasar una buena noche decrece por
momentos. Pienso en la noche que han tenido que pasar los anteriores ocupantes
toalla en ristre batallando sin cuartel contra los alados chupasangres. Duermo
de tirón.
En las cartas de los
restaurantes de Santiago abundan los nombres curiosos: Chacareros,
Diplomáticos, Vaca Palta, Barros Jarpa, Barros Lucos etc…así que pido con la
ignorancia del “guiri” y como con la desconfianza de un invitado a casa de los
Borgia.
Sigo pensando sobre la
conveniencia de presentarnos en la Embajada de España.
Recibimos en el hotelito a
José un compañero de Antonio en las campañas antárticas.
Después de la visita nos
vamos a comer al centro de Santiago, optamos por el restaurante “El novillero”
un buenísimo restaurante, con buena relación calidad-precio, comemos como
auténticos señores. Observamos que en las mesas hay banderitas que indican la
nacionalidad de los comensales, por motivos obvios en la nuestra no ponen, no
está el horno para bollos. El pisco sour con el que abrimos la comida el mejor
que hemos probado hasta ahora.
Habíamos calculado unas
2.500 pts. o lo que es lo mismo 7.500 pesos para hacer las dos comidas que no
están incluidas en el precio del hotel, el desayuno sí que estaba incluido.
Después de comer paseamos
por el centro de la ciudad para tratar de hacer la digestión del atracón de
carne que nos metimos. Visitamos La Casa de la Moneda, rodeada por un fuerte
dispositivo policial, contemplando en los edificios colindantes los taponados
agujeros producidos por los proyectiles lanzados durante el golpe de estado que
supuso la implantación del régimen de Pinochet.
LA CASA DE LA MONEDA
Por la tarde regresamos al
hotel. Acabamos de solucionar el tema de la alimentación y los cartuchos de
gas. Compramos embutido y alguna “chuche” en el supermercado EKONO próximo al
hotel. Al pagar nos ofrecen un “estudiante” para llevar el carro de la compra
hasta el hotel, le damos 1.000 pesos de propina y se va más contento que
“Chupilla”.
Por la tarde nos reunimos en
el recibidor para hacer un sondeo entre el grupo, dada la situación en que nos
encontramos. Hablamos sobre la posibilidad de variar la altura de los
campamentos, de variar los días y marchas de aclimatación y decidimos ir mañana
a Cerro Plomo para empezar a aclimatar. Hay cierta desconfianza con el programa
que traíamos y alguno tampoco cree a Jose y Jorge cuando nos indicaron que los
días programados para aclimatar eran suficientes. No sé si esto va a salir
bien.
Amanece el día 5 de
Noviembre, desayunamos y no ponemos en marcha, autobús, en dirección a San Felipe el pueblo donde vive
Jorge. Vice en un chalecito prefabricado, del que está sumamente orgulloso, con
un jardín de 2x3 mts. Es un privilegiado en un país en donde la mayoría no
puede tener casa en propiedad y donde abundan las chabolas en las periferias de
las ciudades.
Hoy Jorge ha tirado la casa
por la ventana, en la mesa no falta de nada, a una grandísima churrascada la
acompañan numerosos entrantes y guarniciones, buen vino y postre. Estamos
hartos y agradecidos. Después de comer nos vamos a visitar la Escuela Militar
de Montaña y la Estación de Esquí del Portillo. Sin bajarnos del coche nos
situamos a 3.400 mts. De altitud.
Vamos en el coche de Jorge,
una ranchera familiar. Él viaja dura algo más de una hora pero como vamos “rellenos”
se hace bastante incómodo. Primero vamos a la estación de esquí y a la bajada
visitamos la Escuela Militar de Montaña para saludar a un antiguo alumno del
Curso de Montaña español. El hombre nos había preparado una merienda a la que
no pudimos hacerle aprecio ya que no nos cabía en el estómago ni un solo
bocado, lo único que queríamos era agua para bañar la “carnaza”.
Tras despedirnos de Jorge y
su familia tomamos el autobús de regreso a Santiago. Llegamos al hotelito al
anochecer, nos está esperando Vicente para confirmarnos que el permiso para
acceder al Valle Colorado está autorizado. Al fin una buena noticia.
¡¡Agua por favor que el
animal que me he comido tiene sed!!
A dormir mañana más.
Día 6 de Noviembre, hoy
tenemos que preparar el equipaje para partir a la montaña. Después de
levantarme y desayunar escribo un par de postales una a mi familia de Madrid y
otra a los compañeros de trabajo. Hoy nos dividimos en dos grupos, la mayoría
se marchan a la estación de esquí de Los Farallones situada en la zona del Cerro Plomo para andar
un rato sobre los 4000 metros. Antonio, Dámaso
y yo nos quedamos a esperar a
Vicente, como tarda nos vamos al bar “La Terraza, que a estas alturas se ha
convertido en nuestra sala de espera habitual. Dos tipos muy trajeados se
sientan en la mesa contigua, justo detrás de Dámaso, al ir a pagar la cuenta
Dámaso nota la falta de su cartera y vemos que los dos sujetos han
desaparecido. Conclusión le han robado la cartera del bolso. Nos vamos al hotel,
después de cenar retocamos el equipaje. Y como última acción del día, antes de
ir a dormir, llamo a casa para hablar para
hablar con Lourdes, mi mujer, antes de partir a la montaña.
Día 7 de Noviembre,
madrugamos algo más que los días anteriores, me ducho, hasta dentro de trece
días no sabré lo que es una ducha en condiciones. A las 09,00 horas aparece el
autobús, lo conduce el mismo chofer que nos trajo del aeropuerto. Cargamos lo
equipos, bidones y demás y nos ponemos en marcha… ¡que ganas tenia!
Vamos camino del cajón del
Maipo, un inmenso valle de más de 130 kms. En su principio es amplio para
cerrarse según nos vamos adentrando en
él. La carretera va ascendiendo por su lado orográfico izquierdo, el paisaje,
con enormes cactus en flor, recuerda al del oeste americano. Por la parte donde
está situada la carretera se ven casetones en madera y a nuestra derecha un
profundo terraplén pone emoción al camino. La carretera va ascendiendo hasta
llegar al pueblecito de Chacayar donde, si Dios quiere, pasaremos el último
control policial, el último trámite, la última barrera, la última zancadilla
que nos pone cualquier funcionario, policía u organismo. Llegar, solo llegar, a
esta montaña está siendo un verdadero suplicio. Estamos hasta el gorro de la
burocracia de este país.
Llegamos a la barrera:
control de pasaportes, documento de pase y se levanta el trozo de metal y
pasamos al otro lado…por fin.
El autobús transita por
pista unos 25 km más allá del puesto de control hasta llegar a la zona de El
Alfalfal. Un cercado contiene a las acémilas que esperan nuestra llegada. Los
acemileros están ultimando la “puesta a punto” de las herraduras de algún mulo.
Poco después comienzan a embastar y cargar a primera vista da la impresión de
ser algo lentos y desordenados. Dos horas y media después nos ponemos en
marcha.
LOS CORRALES DEL ALFALFAL
Los animales no llevan
conductor, van formando una reata siguiendo a una mula con cencerro a la que
los arrieros llaman “La Madrina”. Arrieros y cocineros van en sus monturas, ya
sean yeguas o mulos. No hemos andado ni 500 metros y ha caído la primera carga
al suelo. La primera parada de las muchas que nos quedaban.
El sendero va trazado en la
margen izquierda del rio Colorado, sus tramos incluyen delicados pasos por
inestables laderas con vertientes de muchos metros hacia el río.
ARRIERO
Divisamos el Pan de Azucar,
montaña característica que tiene a sus pies la zona de acampada llamada Baños
Azules donde nos habían dicho que había pozas con aguas termales. Ni poza, ni
aguas termales, ni nada…nuestro gozo en un pozo.
Hemos caminado 4 horas y
perdido otras cuatro en paradas, altos para recoger cargas caídas etc…la fila
de ganado se ha alargado un montón de metros. Los arrieros echan en falta una
mula y en la carga que lleva se encuentran entre otras cosas los sacos de dormir de Dámaso, Rafael e
Izaskun. Hernán el jefe de la columna de ganado va a buscarla y regresa varias
horas después sin haberla encontrado. La
consecuencia es que Izaskun duerme en un saco de repuesto que le presta
Carlos y que Rafael y Dámaso pasan la “noche del loro”, uno se mete, en parte,
en un petate y el otro hace lo que puede para no pasar demasiado frio.
CAMPAMENTO EN BAÑOS AZULES
Jorge, el cocinero, aun no
siendo un dechado de virtudes en cuanto a higiene se refiere, parece un tipo
apañado. Pero mejor no mirar el tema de cocina.
Para los arrieros es la
primera salida de este año y la verdad es que se nota.
Montamos las tiendas casi
sin luz, cenamos algo y al saco, el que lo tenga. Duermo fatal, estamos
acampados en una zona situada a tan solo
2300 metros de altitud pero es un lugar de puna y se nota que el oxígeno no es
tan abundante como debiera ser a esta altura. No quiero tomar ninguna pastilla
y como consecuencia no pego ojo. Que se le va a hacer.
Día 8 de Noviembre, se
repite la historia de ayer, tardamos más de cuatro horas en ponernos en marcha.
Durante la noche se han escapado varias mulas y han ido a buscarlas. Cuando
estaban todas han empezado a embastar y cargar con la parsimonia acostumbrada.
Aquí no existe la prisa y lo tendremos que asumir.
Un grupo se adelanta algo,
me quedo para organizar la carga, que
esta vez va a ir en dos reatas, indicándoles el material que tiene que ir en la primera columna. No
quiero que pase lo de ayer.
Vamos perdiendo tiempo con
una ligereza que no puedo comprender.
SENDERO DE BAÑOS AZULES A MAL PASO
Por fin nos ponemos en
camino adentrándonos en el Cajón, atravesamos dos riachuelos, el ultimo el
Azufre, subimos una corta y fuerte ladera y al descrestar aparece una inmensa
llanura. Aquí todo es a lo grande. No se ve a nadie en kilómetros. Las montañas
que encajonan al valle pasan de los 4.000 metros de altitud. Aparecen grupos de
cóndores y nos paramos a observarlos. El valle, que parece no tener final, es
casi llano, la vegetación es de monte bajo, en rara ocasión supera la altura de
la rodilla, lo que más abunda son unas matas parecidas al romero. El terreno de
color marrón-rojizo salpicado con algunas formaciones basálticas. Caminamos y
caminamos sin apenas ganas altura. A nuestra izquierda aparecen entradas a
valles colgados que presentan en su
final picos cargados de nieve, el paisaje por este lado se asemeja en algo al
de Alpes. A nuestra derecha las montañas están más próximas y sus tonalidades
van desde tonos ocres a rojos oscuros y en sus cimas ni un solo copo de nieve.
MAL PASO
CAMPAMENTO EN MAL PASO
Llegamos a una empalizada
cuyas estacas descansan en el suelo, las ponen en pie cuando comienza la
temporada de pastoreo, dentro de unos pocos días. Los pastores aún no han
traidor sus rebaños a la zona, nosotros somos los primeros y tenemos el honor
de “abrir ruta”. El sendero gira hacia nuestra derecha, salvamos un desnivel y
ante nosotros… el Tupungato. Es bonito, muy bonito.
A toda prisa para aprovechar
las últimas luces del día montamos el 2º campamento de aproximación. Una vez
montadas las tiendas contemplamos el Tupungato al que los anaranjados los rayos
de sol le hacen parecer aún más atractivo. Hacemos una aguada, a cenar y a
dormir. Antes de entrar en la tienda… un
último vistazo a la montaña. Creo que dormiré bien, estoy bastante cansado,
anoche no pegue ojo y además la jornada de hoy ha sido dura. Ya en el saco
Antonio toma ventaja y me obsequia con una gama de sus más variados ronquidos,
mala suerte otra noche será la mía.
Día 9 de Noviembre, amanece
un día espectacular. Hoy es el cumpleaños de Esther, a la que hemos bautizado
como “Esterilla”, al salir de su tienda le cantamos en grupo “el cumpleaños
feliz”. “La Madrina” ha parido esta noche y el potrillo, según un arriero, no
se encuentra bien, se ha debido golpear con alguna piedra al salir de la madre.
Izaskun que ejerce de enfermera retira los restos de placenta ante las curiosas
miradas de unos y las escrupulosas de otros, entre los que me incluyo. Muchas
fotografías.
LA MADRINA CON SU CRIA
Dámaso y Antonio ya han
salido al objeto de reconocer el “Mal Paso”, única dificultad que nos separa
del Campo de la Vega de Los Flojos a 3.200 metros de altitud.
Los acemileros tienen que
hacer dos viajes, el primero para portear toda la impedimenta que tenemos aquí
y el segundo para bajar hasta Baños Azules y recoger todo lo que habíamos
dejado allí ayer.
Al alcanzar los 3.200 metros
de los arrieros no quieren continuar. Teníamos pensado que nos llevaran la
carga hasta los 3.800 o 4.000 metros así que antes de empezar la ascensión ya
tenemos un día perdido. Acampamos en la Vega de Los Flojos, frente a la Sierra
Polleritas. Aunque en este lugar sopla bastante viento al menos tenemos agua a
mano. Hoy nos sobra tiempo así que después de montar el campamento me cojo mi
toalla y me voy a tomar un baño completo por el método de “las tres flexiones”
en las heladas aguas del cercano arroyo. Después a comer y a preparar el porteo
para el día siguiente. Dos acemileros han bajado a Baños Calientes a por el
material que nos quedaba allí, al regresar nos cuentan que el potrillo no ha
sobrevivido a la noche. Hoy me encuentro bien, los síntomas de catarro han
desaparecido.
Hernán “El Jefe” muestra un
gran interés por saber de España, nos pregunta por nuestras costumbres, por los
Pirineos etc… no en vano es el más espabilado de los suyos y… hablando,
hablando nos cuenta que Vicente le había contratado solo 8 caballerías de ahí
los problemas que estamos teniendo y que el por su cuenta había añadido 2 más. Así
que nos quedamos sin saber quién es el que miente si “El Jefe” o Vicente “El
Bocas”.
Hemos visto una escuadra de
carabineros a caballo se acercan y nos comentan que han subido con sus monturas
hasta los 4.000 metros y que a partir de esa altura ya hay neveros.
Todos estamos impacientes
por tener todo nuestro equipaje a mano, algo que desde que salimos de Potrero
Nuevo no hemos conseguido. Queremos llegar cuanto antes a nuestro Campo Base
Avanzado (CBA) en el Estero del río Tupungato a 3.800 metros de altitud con la
idea de iniciar los porteos al I Campamento de Altura. Vamos justos de tiempo. Desechamos
la idea de ascender al Tupungatito, nos pilla algo a desmano.
Hernán nos ha prometido que
mañana tendremos todos nuestros bultos. No me lo voy a creer.
Antes de cenar me doy un
paseíto pensando en lo que he visto en Santiago de Chile. Jorge nos había
comentado que los hombres se “trajean” mucho porque al ir bien vestidos
adquieren cierto “derecho” a ser bien tratado
en restaurantes, comercios y bancos. Me sonrió al acordarme de que a la
Lotería le llaman “La Polla”… así que tiene que ser gracioso oírle decir que
les ha tocado…la lotería. Además a la quiniela la llaman “La Polla Gol” y los
boletos de rascar son “Los raspes de la Polla”. A la calle Ahumada, la
principal de Santiago, la rodean larguísimas avenidas que acogen un tráfico
caótico, los autobuses urbanos, de color amarillo, imponen la ley del más
grande y da miedo verlos circular. No le van muy lejos los taxis a la hora de
sembrar el terror. Da miedo salirse de la acera. La ciudad está dominada por
dos pequeñas colinas, convertidas en parques públicos, en las que puedes pasear
durante el día pero jamás a partir del atardecer a menos que quieras que te
atraquen. La zona “bien” de la ciudad está situada al sur. La tensión política
apenas la hemos notado, la gente tiene
bastante en conseguir la “plata” necesaria para vivir. En la periferia de la
ciudad las casas son más humildes, casitas prefabricadas o chabolas más o menos
apañadas ocupan grandes extensiones. Y al lado sin más urbanizaciones privadas,
campos de golf, chalets, clubs de hípica… país de contraste.
DESPACHO DE LA POLLA...LA LOTERIA CHILENA
Me he quedado helado
escribiendo. Al volver al campamento tanteo al personal y compruebo que hay
gente que ha comenzado a tomar aspirina.
La noche ha sido un infierno
para mí, el dolor de cabeza no me ha dejado dormir.
La mañana del 10 de
Noviembre no la tengo muy clara, me he levantado rematadamente jodido pero a la
vez estoy contento porque vamos a instalar el CBA. El día es buenísimo, nos
ponemos en marcha, tenemos que recorrer una llanura de cantos rodados.
Progresamos a paso tranquilo, charlando en pequeños grupos formando una larga
columna. Un giro a la derecha para sortear un espolón y otro llano de rodados.
Me uno a Rafael, nos separamos del resto caminando por la margen derecha del
rio, entramos en un nevero pasamos los 3.800 metros de altitud y continuamos
ascendiendo hasta los 4.000 mts. Rafael era la primera vez que superaba “los
cuatro mil”, chocamos la mano y descendemos hasta donde se encontraban los
demás. Llevamos los pies empapados, nos cambiamos de calzado y calcetines.
CAMPAMENTO EN LA VEGA DE LOS FLOJOS
EL ESTERO DEL TUPUNGATO
Mientras el grupo asciende
hasta los 4.000 metros en dirección al Tupungato, organizamos la comida de hoy
y después junto a Carlos y Pilar marcamos un senderito hasta el río, hacemos un
porteo de agua y nos tiramos encima de los petates cansados como perros. El día
no da para más y yo tampoco.
Pilar se empieza encontrar mal y va a peor, una manzanilla y
paracetamol es su cena. Parece que va a ser la primera víctima de la altura.
Cenamos muy bien. Mañana
intentaremos de alcanzar los 4.900 metros de altitud. La meteo está siendo
generosa con nosotros y, a pesar del frio de por las tardes, nos está regalando
un día de sol tras otro.
Salvo Pilar todos estamos
bien. Jorge “El Bocas” ha llamado para anunciar su visita para pasado mañana.
CAMPAMENTO BASE AVANZADO
EL MOMENTO DE LA CENA
El día 11 amanece radiante,
después de pasar una buena noche en la que, por fin, he conseguido dormir un
montón de horas de un tirón. Salimos caminando con objeto de ascender al
collado. Vamos todo el grupo a excepción de Mamen, que ha pasado mala noche, y
Pilar que no se ha recuperado. Como ya es habitual nos separamos lo que trae la
primera equivocación: dejamos los depósitos de material a más de 1 km de
distancia uno de otro. La descoordinación ha sido total. Nadie dice nada.
El grupo en el que me
encontraba ha pasado por zonas de “penitentes” que a primera hora estaban duran
y que al descender al mediodía estaban en cambio demasiado blandas hundiéndonos
en algún caso hasta la cintura.Tendremos suerte si esto sale bien. Lo único que
decidimos en consenso es que mañana
trataremos de subir al Campo 1: alimentos, sacos de dormir, infernillos,
material y comida y que tras el porteo volveremos a bajar al CBA.
El día ha sido duro, hemos
ascendido 1000 metros de desnivel positivo y caminado durante 8 horas cargados
a tope.
Los atardeceres son una
maravilla y, por fin, el Tupungato se ha despojado de la nubecilla que ha
cubierto su cima durante todos estos días. La meteo continua estable.
Ceno, bebo y duermo muy
bien.
PORTEOS AL CAMPAMENTO 1
Amanece un soleado día 12,
tras desayunar selecciono con Neme la comida que hemos de portear, llevaremos
para tres días y en abundancia. Cargamos las mochilas y nos ponemos en marcha
hacia el collado y tras este al C1. Dámaso y yo vaciamos nuestras mochilas en
el C1 y bajamos a recoger el material del día anterior. Tras cargar a tope las
mochilas, calculamos que llevamos unos 30 a 35 kg, nos encaminamos al C1. No
damos más de 25 pasos sin parar a recuperar el aliento. Al llegar al C1 lo
primero que hago es sentarme y relajar mi castigada espalda.
Hoy hemos subido hasta los
4.900 metros y nos encontramos mejor, el personal baja charlando animadamente.
Pilar continua en el CB, aún
no se encuentra bien. Ha tratado de subir
pero no ha podido. El doctor la ha vuelto a medicar.
Al llegar al CBA y después
de ordenar el porteo del día siguiente y la comida he bajado a bañarme al rio.
Es fuerte bañarse en aguas de glaciar a 4.000 metros de altitud y con brisilla
pero ha merecido la pena, me he quedado como un niño.
El grupo está más unido o al
menos eso me parece a mí, después de cenar y como la temperatura era buena nos
hemos quedado a charlar un rato.
Esta mañana sobre los 4.700
metros hemos encontrado un bidón, lo que significa que la ruta que hemos
seguido es la correcta, conclusión el bidón lo han subido allí con caballerías
lo que me hace pensar que otros grupos no han trabajado el porteo tanto como el
nuestro.
Esta noche pasada he dormido
estupendamente, estoy aclimatado y me encuentro muy bien.
Después de cenar he
preparado un reconfortante orujo con miel hoy nos lo hemos merecido y sienta
muy bien antes de meterse al saco pero antes hemos hablado y decidido de subir
mañana al C1 a dormir.
Mientras escribo en mi
tienda los… de Dámaso y Nemesio han zarandeado mi tienda, parece que están de
buen humor. Después de escribir en el cuaderno de “bitácora” miro los test que
nos ha dado el doctor para rellenar y decido no cumplimentarlos hoy. Mañana
será otro día.
Mientras me duermo y no
pienso que todos los días la cima del Tupungato se cubre con nubes de ventisca
sobre las 15,00 horas.
Como los días anteriores el
13 de Noviembre amanece totalmente despejado, no aprovechamos esta favorable
circunstancia y cada día salimos con un poco más de retraso. Son las 10,30
horas cuando empezamos a caminar.
Pilar y Mamen se ha bajado
hacia la Vega acompañadas por Carlos. Para ellos ya se ha terminado la
expedición.
Subimos con la mochila a
tope. Alguien se muestra disconforme con la comida que vemos a subir y no está
de acuerdo en portear lo que no le gusta. No entiendo esta postura.
Hemos cenado en las tiendas,
en la nuestra lentejitas y “papilla” de chocolate multiproteica que la verdad
sea dicha no estaba muy buena recién hecha pero que estaba aún peor cuando se
enfrió… con lo mala que estaba debe de alimentar un montón.
PORTEO
Mañana subiremos comida y
material al C2.
Aun con los fallos de
coordinación que estamos teniendo las cosas van saliendo bien.
El día 14 salimos hacia el
C2 porteando un día completo de comida para dos personas cada uno, dos cargas
de butano, cuerda auxiliar y el equipo individual. Hace bastante frio y el
porteo se hace duro. El viento comienza a tomar fuerza a los 5.000 metros.
Nemesio y yo porteamos hasta los 5.800 metros, que era lo previsto, y dejamos
el depósito a cubierto bajo una gran roca. El resto según se van encontrando
mal van dejando depósitos entre los
5.500 y los 5.700 metros. Estamos muy cansados y pensamos en agrupar los
depósitos el día siguiente.
Me encuentro como una moto,
después de dejar el depósito a 5.800 metros he continuado subiendo para ver el
corredor, en forma de “Y”, que nos separa de la antecima. A los 6.000 metros me
he sentado en una roca a descansar un rato y contemplar el paisaje que tenía
alrededor. Bajo y me reúno con Neme y charlamos sobre el tramo de terreno que nos quedaba por recorrer. Nos las
prometemos muy felices. Recogemos nuestras mochilas y bajamos al C1. Cuando
llegamos nos reunimos con el resto del
grupo para tratar como afrontaremos el día de mañana. Acordamos en intentar la
cima solo los que estamos mejor físicamente. De mi grupo, aparte de yo, solo
Rafael se encuentra bien para intentar
la cima.
CAMPAMENTO 1
También hemos decidido
acercarnos al corredor y estudiar si hay otra posible vía. Espero que pasado
mañana nos acompañe la suerte
Me cuesta dormirme. Pienso
que cuando llegue a Santiago me acercare a una barbería para que me afeiten
bien… es más un buen baño, un afeitado y una buena mariscada marcan el orden de
prioridad. Después de llamar a casa por supuesto.
Después de pasar la noche en
el C1, en la mañana del día 15 nos encaminamos hacia el C2. El grupo lo
componemos Rafa, Iñaki, Nemesio, Roberto y yo. El resto no se encuentra con
fuerzas para intentar cima y renuncia.
CAMPAMENTO 2
La subida la realizamos aún
mejor que ayer, pero cuando llegamos al lugar previsto para montar las tiendas,
en el C2, se ha desatado una gran ventisca. Debido al viento, nos ha costado mucho
tiempo montar las tiendas. No podemos cenar nada en caliente, el viento es muy
fuerte y la temperatura exterior muy baja. Las partes de la cara que quedan al
aire duelen. Nos metemos en el saco de dormir tan pronto como podemos. Aun
dentro del saco tardo bastante en entrar en calor. El viento continúa
aumentando y la situación va claramente a peor. En el interior de la tienda la
escarcha cubría los sacos de dormir y las mochilas. Estábamos a -20º en el
interior fuera debía de rondar sobre los -40º o – 45º. El aire aplastaba la
tienda sobre nosotros y la movía a un lado y al otro, creíamos que se iba a
separar del suelo de un momento a otro. Se rompen los enganches de los vientos
y el techo comienza a golpearnos con violencia. Estamos jodidos. Conseguí abrir
la cremallera del saco y las de la tienda y salir al exterior. El cielo estaba
súper despejado y lleno de estrellas, no estaba la cosa para perder el tiempo,
el aire me tiraba al suelo, así que me metí de nuevo en el interior pisando
barrigas, espaldas y todo lo demás. Ninguno de los dos dijo nada. Me metí en el
saco y tarde mucho tiempo en entrar en calor y tenía los pies muy fríos y eso
que el saco de dormir era tope para climas fríos. La noche era una continua
pesadilla…una larga y fría pesadilla. Al llegar las primeras luces salimos de
nuestra tienda, Neme e Iñaki salieron al mismo tiempo y todos con el mismo
objetivo largarnos hacia abajo inmediatamente.
FORMANDOSE LA TORMENTA
Recogimos los restos de las tiendas y todo el
material lo más aprisa que pudimos. Tanto Iñaki como yo por no romper más lo
que quedaba de las tiendas nos quitamos los guantes un momento para desatar un
nudo. Error los dos pagamos la novatada con sendas congelaciones en los dedos.
Todo lo rápido que el viento
nos permitía avanzamos, hacia la cresta de bajada, con dirección al plató de
los 5.000 metros. El viento aun aumento más y empezó a jugar con nosotros… nos
levantó, empujó y derribó cuantas veces quiso.
En mi caso hice tres
magníficos “vuelos”, el ultimo con toma de tierra incluida. Mientras estaba
“volando” vi a Rafael a “cuatro patas” rajando en arameo.
La bajada se hizo muy dura y
sobre todo muy larga. Alcanzamos el C1 muy tocados. Llevábamos 24 horas apenas
sin comer ni beber y para más inri sin dormir. Ayudamos a desmontar el C1 y haciendo
hueco en nuestras ya cargadas mochilas metimos cuanto pudimos.
En cuanto tuve mi carga tire
para abajo. Bajamos muy cargados, no podía ni con las botas. Baje junto a
Roberto y la “pájara” que llevábamos ambos. Parábamos cada 20 pasos, las
ampollas de “Energex” que llevábamos aún estaban congeladas y mi moral más
hundida que la falla de San Francisco.
Las horas que tardamos en
llegar al CBA fueron una verdadera tortura, cuando llegue al campamento la
diferencia entre una braga y yo era mínima.
En el CBA nos estaban
esperando y habían preparado consomé, tang, cola cao…y agua templada con betadine para los dedos de
Iñaki y los míos.
Estoy preocupado con los
dedos, tengo 4 de las manos tocados unos más que otros, los de los pies aun no
me he los mirado, pero cuando me quito las botas veo que solo
están algo dormidos por el frio, tan solo los gordos tienen un color más
“rarito”…al menos no están tan afectados
como los de las manos.
Roberto, el doctor, me dice
que las congelaciones no son muy graves y que las de Iñaki son algo peor.
Estoy muy cansado, no me
apetece comer, solo quiero dormir, dormir mucho y sobre todo calentito. Me meto
en el saco en cuanto puedo y aun pienso
lo cerca que hemos estado de dos cosas: de hacer cima y de casi
quedarnos tiesos.
La montaña no ha querido que
subiéramos y nos puso las cosas francamente difíciles. Solo 700 metros han marcado la diferencia entre hacer cima y
no hacer nada.
Estamos a 17 de Noviembre y
no tengo ganas de levantarme ni para orinar. Llevo 20 horas sin salir del saco,
son las 11,00 horas, el sol pega en la tienda y se está tan calentito que no
pienso en otra cosa que no sea quedarme aquí dentro. El personal está desayunando,
escucho a Dámaso toser, aún está jodido. Carlos que había subido ayer hasta
aquí se bajó a la por la tarde a la Vega con Jorge.
Los dedos de las manos los
tengo como si me los hubieran martilleado y los de los pies como si los tuviera
llenos de hormigas.
EL "DOC" PASANDO RECONOCIMIENTO
Tengo ganas de llegar a casa
y ver a Lourdes, de llegar a Santiago,
de lavarme, de comer de mantel… pero sobre todo de largarme de aquí. Me doy
cuenta de las pequeñas cosas que hacen agradable la vida…y de lo mucho que he
aprendido en esta expedición.
Todo ha salido como tenía
previsto, todo… menos que la montaña tantas veces generosa en esta ocasión no
lo ha querido ser, me ha mostrado una cara que desconocía, la cara dura e
inflexible de algo que normalmente es amable. Me llevo unos dedos tocados y una
cara marcada por el cansancio y el frio. He sacado de aquí una experiencia que
no tenía y que me ha hecho reflexionar bastante.
Día 18 de Noviembre hemos
bajado del CBA a la Vega de los Flojos. No me quito de la cabeza la mala suerte
que hemos tenido. Me acompaña Dámaso y repasamos los fallos, la falta de
coordinación, la falta de comunicación, etc… Se nos han unido Carlos, Pilar y
Jorge. De la Vega bajamos a los Baños Azules, montamos el campamento y nos
aseamos. Vamos a la tienda comedor y bebemos más que comemos. El vino es de
envase de cartón. Bebemos, cantamos e incluso bailamos y por momentos parece que nos olvidamos de lo pasado los
días anteriores. Hemos invitado a cenar con nosotros a Hernán, a Víctor “El
Chavo”, el “Cabro Joven” tan solo el “Cabro” no ha asistido, él ha preferido
irse a cenar con unos pastores que se encuentran por la zona. Jorge animó (¿?)
la velada con un puñado de lastimeras canciones que trataban de mineros,
pastores, montañas e injusticias cometidas contra el pueblo oprimido y
trabajador que tanto sufre (sic). Llevamos al grupo de pastores algo de
embutido y vino para que completen su cena. Por fin y cuando ya no queda nada más que beber nos retiramos a las
tiendas. Ligeramente “tocados”, por la vara del Dios Baco, Nemesio e Iñaki se
entretienen en tratar de introducir por el respiradero de las tiendas sendas
boñigas de vaca sin conseguirlo.
El día 19 nos levantamos
tarde y sobre las 11,00 horas comenzamos a caminar. Voy conectado al walkman.
En algo más de tres horas llegamos a Potrero Nuevo, donde empezó nuestra
aventura y donde termina. El grupo va llegando poco a poco. Al llegar Roberto
comenta que cree haber oído a los arrieros que uno de los bidones ha caído
barranco abajo hasta alcanzar el cauce del rio. Todos esperamos que no sea alguno
que contenga material. Dos arrieros
montan de nuevo y deshacen el camino hasta llegar al punto de la perdida, se
llevan una cuerda por si necesitan emplearla para recuperarlo. Falsa alarma,
tan solo cayo una caja con bombonas de gas y comida.
MULA EN EL ALFALFAL
La espera del bus se hace
larguísima, se retrasa varias horas sobre el horario previsto.
A las 20,00 horas llega el
autobús. Por fin llegamos al hotel me miro en el espejo y veo mi cara quemada,
mis dedos han mejorado mucho pero aun parecen pequeñas morcillitas negras.
Al finalizar la expedición estuvimos de turisteo en Viña del Mar, Coquimbo y Tongoy pasando por La Serena... y me bañe en el océano Pacífico.
VENDEDOR AMBULANTE EN LA SERENA
Ya no escribiré más notas en
mi libreta, esto ha terminado.
Volví a Chile en el año 2008
formando parte de una expedición al Ojos del Salado pero… eso es otra historia.